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segunda-feira, 3 de maio de 2021

Visión de la Inclusión en el Nuevo Testamento

 


Lucas 21:19

Tengan paciencia, que así ganarán sus almas (Lc 21:19). Jesús dijo que ganando el alma, la perdemos; y que perdiendo, la ganamos. Esto es absolutamente real: Me iba a trabajar; teníamos una sola llave del apartamento en Villa Madero, Buenos Aires. Le pedí a mi esposa que si fuera a salir, recordara que yo estaría de vuelta 19 horas, y que dejara la llave con el portero del predio. Volví en el horario previsto, y no la encontré en casa; había salido en fuerte invierno. Cuando regresó 22 horas, me encontró sentado en la escalera del edificio, temblando de frío. Se asustó, pero yo no le reclamé nada. ¿Saben para cuanto más me sirve hoy la paciencia? Hoy sé que la mayor paciencia registrada en la Biblia de un humano, todavía es minúscula alado de la del Señor Jesús.

El texto de Mateo 18:21,22 nos muestra cómo Jesús entendía la paciencia. Y lo confirmó al orar en la cruz: “Padre. Perdónales porque no saben lo que hacen…”, y; “Hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso”.

Pablo entendía la paciencia como un camino [2 Tesalonicenses 3:5] para soportar persecuciones y sufrimientos [2 Tesalonicenses 1:4].

Santiago dice que la paciencia tiene por objeto hacernos perfectos y cabales, sin que nos falte nada [Stg 1:3-4]. Recientemente me aconteció algo con un compañero que hacía dos días me elogió por la paciencia en mí. Después de eso, es como que se haya propuesto probarme en lo mismo; ¿para qué, si estaba seguro de que tal virtud habitaba mi ser? ¿O sería maldad de él? O quizá el Señor así permitió para hacerme “cabal”, porque tal vez ya era perfecta la paciencia en mí, pero no cabal, o sea, no estaba terminada de construirse. Tener una porción de una sandía recién cortada ante uno, es una cosa; pero que nos den la sandía entera, es algo mucho más maravilloso.

Pero lo que más me llama la atención es la última frase de Santiago respecto al propósito divino de la paciencia: “para que nos falta nada”. De Jesús Lucas 9. 51 en la JBS dice: “Y aconteció que, como se cumplió el tiempo en que había de ser recibido arriba, él afirmó su rostro para ir a Jerusalén”. Para él, la Cruz ya era una realidad antes de caminar el camino al Calvario, por eso afirmó su rostro al futuro, al fin del camino, y por eso también en su oración sacerdotal en Juan 17. 11 dijo que él “ya no estaba en el mundo”. Cuando uno tiene esa paciencia, pone el rostro firme y camina, sabiendo que perdiendo el alma aquí y ahora [mente, voluntad, emociones] sometida a nuestro espíritu donde habita el Espíritu Santo YA NO NOS FALTA NADA. Pues, lo que buscamos no es un mejor pasar en la vida, sino un final feliz. Manteniéndonos en la paciencia del Señor, ¡LO TENEMOS TODO!  

Llegar al final de nuestra carrera solos, no tiene gracia. Jesús nos ofrece su paciencia para con otros, a fin de que nos acompañen y podamos llegar juntos a la meta. Él siempre quiere incluir a los demás. El Cielo es extenso e infinito, pero carece de espacio para egoístas.   

Tito Berry   

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