Seguidores

terça-feira, 10 de agosto de 2021

LA CÁTEDRA DE MOISÉS, Y LOS PIES DE JESÚS

 


No hay lugar más alto 

Un pastor que era mi presidente en la Iglesia Bautista Renovada de Blumenau, Santa Catalina, Brasil, cuando era yo pastor auxiliar, vivía vigilándome para ver si realmente vivía lo que enseñaba. Tal vez porque la Palabra que ministraba le tocaba a él también. Era tan legalista, que se sentía “en el Espíritu” cada vez que contaba cosas sin dar nombres, pero refiriéndose a mi persona y familia, mientras yo venía a quedar notificado de que el Espíritu hablaba a los hermanos, tan sólo porque profería cosas sin saberlo ni haberlas visto. Pero la Biblia no es una batea llena de mescla fina para salpicar sobre una pared, sino la totalidad de los materiales necesarios para el edificio eterno que Cristo se propuso edificar. 

Si yo partiese antes de los 70 años, una verdad es innegable: algo hice mal en mi vida que vulnerase mi cuerpo, y no necesariamente pecados, como tampoco descarto. Mi pastor del caso, ya partió con el Señor con 63 años de edad. Dios nos creó y puso en la tierra, no para vivir para nosotros mismos, sino para Él. Cuando conscientemente reservamos áreas de nuestra vida en que no permitamos a Cristo ser Señor, cansados de ser restringidos por Él, se tomará él la libertad para decirnos “entonces, ven conmigo; pues, no quiero desocupados en la tierra, y aquí, tu trabajo será alabar y adorar sin parar, pero también sin cansarte”. No pretendamos ambos en la tierra: No trabajar, pero descansar siendo mantenido por Dios. Sólo en la eternidad las retribuciones son justas.     

María había escogido la mejor parte, sentándose a los pies de Jesús para ser enseñada.  “En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen”. En la poltrona de Moisés no sólo se sientan los fariseos hipócritas, que no viven lo que dicen, sino también los escribas, que equivale hoy a los teólogos y estudiantes de la Biblia convencidos de estar en la verdad.

Un verdadero conocedor de la Biblia, teólogo de verdad, podría caer en el pecado de ser fariseo, o sea, el de no vivir lo que enseña, pero los que hoy caen en el pecado del escriba no son proficuos y eximios teólogos, sino auto-convencidos acumuladores de experiencias y trayectorias, y espiritualistas empapados de soberbia y vanidad.

Cuando nací en el Evangelio como arminiano, nadie me ganaría en serlo fiel y absolutamente practicante, hasta que en la Asamblea de Dios de Oberá el Señor me avergonzó públicamente, a fin de quebrar mi orgullo para nunca más ser arminiano. Cuando la Misión de la Gracia para América Latina en Buenos Aires (los coreanos) donde conviví me falló irremediablemente, decidí conscientemente no convertirme en calvinista. Entonces me quedó tan solo ser un discípulo de Jesús, permaneciendo a sus pies.

Cuando el Espíritu Santo me reveló en las Sagradas Escrituras el PLANO ETERNO DE DIOS, fue como si en dos mesas distintas habían dos cadáveres siendo disecados, y por primera vez conocía en detalles a arminianos y calvinistas, y tenía en claro lo corruptos que son, y absolutamente mortales. Los hijos de Dios en ambos segmentos, no tienen nada que ver con la cizaña que sembró el Diablo en sus corazones cuando fueron salvos en ambientes en que los escribas y fariseos cercaron con alambres de púas, accesibles tan solo por tranqueras candadas.

Vivo en proceso de liberación y purificación de los residuos partidarios y sectarios de la teología protestante, incuestionablemente. No obstante, si mi lector quiere, podrá descubrir a quién vive a los pies del Maestro Jesús, y distinguirlo de quienes son fieles en permanecer sentados en la Cátedra de Moisés, aunque ni entre dos de estos jamás habrá acuerdo, mientras que quien vive a los pies de Jesús con certeza absoluta provocará que los que aman a Jesús más que a sí mismos, nos imiten quedándose con apenas ropa de baño y se tiren al río a nadar en sus profundidades que sólo hay en la derecha del trono de Dios donde está Cristo sentado (Ez. 47), y dejarán de discutir y siempre devolvernos sus pareceres, porque esta es la única experiencia válida para disfrutar de la Verdad, el ser despojados de nuestra aparatosidad legalista y moralista.

Tito Berry      

    

WEBSITE PERSONAL BILÍNGUE:

TITO BERRY