Al ir a un supermercado, y recorriendo los anaqueles, consciente o
inconscientemente, miramos y buscamos productos desde estas cuatro condiciones,
o al menos considerando una o dos de ellas.
Así lo haré ahora, para detallar mi madurez en Cristo, por su gracia, y
la manera como me conduzco en el Señor, frente a las cosas de la vida. En
primer lugar, me reporto a Juan 1. 17 donde la palabra griega “aleteia”
significa no apenas verdad sino también realidad. Desde esa base, LA ÚNICA
REALIDAD ES CRISTO, y se los voy a demostrar con otros versículos muy
inclusivos:
“Él es la
imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación. En él fue creado todo lo que hay en los
cielos y en la tierra, todo lo visible y lo invisible; tronos, poderes,
principados, o autoridades, todo fue creado por medio de él y para él. Él
existía antes de todas las cosas, y por
él se mantiene todo en orden. Él es la cabeza del cuerpo, que es la
iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, para tener la
preeminencia en todo, porque al Padre le agradó que en él habitara toda
plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, tanto las que
están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante
la sangre de su cruz. Y también a ustedes, que en otro tiempo eran extranjeros
y enemigos, tanto en sus pensamientos como en sus acciones, ahora los ha reconciliado completamente en
su cuerpo físico, por medio de la muerte, para presentárselos a sí mismo
santos, sin mancha e irreprensibles, siempre y cuando en verdad permanezcan
cimentados y firmes en la fe, inamovibles en la esperanza del evangelio que han
recibido, el cual se predica en toda la creación debajo del cielo; del cual yo,
Pablo, he llegado a ser ministro” [1. 15-23].
Aquí el verbo “permanecer” está en presente de indicativo y no en futuro
del subjuntivo. Es decir, no dice “si en verdad permaneciereis” sino “si en
verdad permanecéis”. La permanencia en la fe y en la esperanza del Evangelio, sólo
es posible si el Evangelio produjo la REALIDAD en nosotros, o en otras
palabras, SI REALMENTE escuchamos el Evangelio, entonces tenemos la fe
salvadora y la esperanza segura en nosotros, para permanecer. El Evangelio es
el poder de Dios, y es el mismo Cristo. Sólo un falso evangelio nos hace creer
y después, nos lleva a perder la fe y la esperanza.
En este pasaje crucial de las Sagradas Escrituras, CRISTO, LA FE, LA
ESPERANZA, LA NUEVA CREACIÓN EN CRISTO, POR TANTO, EL SOSTÉN, Y LA COMPLETA RECONCILIACIÓN
CON DIOS, componen La REALIDAD ABSOLUTA.
Escuchamos el verdadero y único Evangelio que salva. Se produjo por la
gracia de Dios la Fe en nosotros. Creímos y fuimos salvos. Ahora tenemos nueva
vida. También una esperanza inalterable. Fuimos reconciliados con Dios por todo
lo que hemos pecado, y para todo lo que aún pecaremos. Estamos completos, y
sostenidos para no caer jamás, porque estamos en Cristo Jesús, la Única
Realidad. Todo lo que cae, no es real. Por ahora, los aviones no caen, no porque
los hombres descubrieron leyes en el universo ni porque supieron usarlas, sino
porque Cristo sostiene todo en el universo. Cuando Cristo decida retirar su
sostén de las cosas, las cosas materiales caerán, y nosotros, vestidos de un
nuevo cuerpo, ya no terrenal, sino celestial, subiremos contra la ley de la
gravedad. Si eso no es la única realidad, ¿dónde puede haber otra más genuina
que esa, que es el propio Cristo?
1.
Mi
cuerpo es material. A cualquier momento envejece, se auto-destruye por mal uso,
se enferma y no se cura, se cae, se estrella contra algo y se hace mil pedazos,
se quema o ahoga, y muere [2ª Cor. 5. 1-3]. Esto está en la Biblia, y se
denomina “ser desnudado”. Siempre deseché el triunfalismo y la utopía
pentecostal. En vez de pedir a Dios sanidad, siempre preferí pedir santidad.
2.
Puede
ocurrir que de repente sea trasladado por el Espíritu, desaparezca, y aparezca
en otro lugar del planeta, o desaparezca para siempre [2ª Cor. 5. 4]. Eso se
llama Arrebatamiento.
3.
Enseñé
a mi finada esposa, y a los hijos, a que cada uno se haga responsable de sí. Si
quisieran imponerme alguna necesidad, me hacía el sordo ciego y mudo. Pues, lo
que debía hacer, lo haría, incluso mandar, si necesario, o distribuir los
quehaceres. Cobertura del esposo a la esposa, y cuidado de los hijos y la casa,
incluye aparcería, complicidad, empoderamiento, y libertad. Si otro va a hacer
mejor, que lo haga, pero nunca que me usen para todo [1ª Cor. 7. 29-31].
4.
Enseñé
a que deben estudiar, proveyéndoles los libros, y todo lo necesario, incluido
espacio, tiempo y silencio. También les ayudé en las investigaciones, las
tareas y las pruebas. El TCC [la prueba final para la formación universitaria
en Psicología] del hijo del medio, lo hice yo, porque él, siendo guardia
presidencial en Casa Rosada, no tenía tiempo, entonces compré el libro, lo
resumí, y ahí él memorizó y se presentó a prueba, llegando a ser aprobado [Gl.
6. 2-5; Ap. 1. 3].
5.
Tanto
en estudios, como en trabajos, siempre les aclaré a los hijos que un día,
estando bien, se acordaran de recompensar a los padres, y honrarlos. No llegan
ni a una cuarta parte de lo que yo hice y haría con mis padres, pero no me
desanimo. Son otros tiempos, otras circunstancias, y ellos todavía son jóvenes
[Gl. 6. 6], y lo que un padre o una madre hacen por ellos, debe ser por amor,
sin dependencia de ellos.
6.
Las
Herencias: He comprendido desde muy joven, que darle herencia material a los
hijos, es lo que menos vale y más puede llevarlos a la perdición. Empezó en mí
esta visión cuando en Santo Tomé un rico de apellido Centeno venía a la
carpintería de nuestro padre, de traje y corbata a contratar nuestros
servicios. El hombre era elegante, fino, educado, elocuente, y tenía mucho
conocimiento, pero era amarrete. Un día quedó viejo, y andaba por las calles
con una mochila enorme en la espalda, con diarios. Era lo que más mezquinaba y
se cuidaba para que no tocasen su “capital”. Finalmente murió y su único hijo
malgastó todo en poco tiempo, y se volvió también un pordiosero. Nuestro padre
creció en la empresa, en la cual yo probablemente haya sido el que más invertí
para que así fuera. Sin embargo, de a poco un hermano se iba apropiando de
todo, y cuando me iba a casar, le pedí a nuestro padre que me dejara fabricar
algunas cosas para vender, a fin de prepararme para el casamiento, y también,
hacer mi propia cama matrimonial. Me permitió y también me pagó 3 herramientas
usadas que encontré quien me las vendiera. Esa fue toda la herencia recibida de
él, pero lo mejor mismo, fue Dios y la fe cristiana que padre y madre nos
pasaron gratuitamente. Mi suegro, venido de Rusia, me ayudó infinitamente más;
pero algunos de sus hijos me despojaron de casi todo. Mis hermanos [algunos] me
robaron mucho; me echaron de la casa paterno-materna de todos nosotros, y en
campaña política con el Doctor Reginaldo Brandán, me persiguieron e hicieron de
todo para que no fuera electo. Aunque muchas veces me veía obligado a discutir,
prevaleció en mí Romanos 12. 17-18 y 14. 19.
7.
Sobre
MAMÓN: Yo no entiendo cómo mis hermanos y hermanas, casi todos, se hicieron tan
materialistas y capitalistas. Me recuerdo que nuestro padre no me perdonaba ni
una. Siempre era yo quien más iba a recibir castigos de los más crueles
imaginados, porque según él recitaba al pegarme: “Vos sabes que la Biblia dice
que al que sabe hacer el bien y no lo hace, le es pecado”, y “el que se
humilla, será engrandecido”. Tal vez fue eso que me formateó el humillarme
siempre, agachar la cabeza, no responder, no reclamar, y siempre sufrir la
pérdida callado. Con el tiempo, mi padre se descubrió: Me veía casi afeminado
desde niño, y me menospreciaba. Me ayudaron policías, abogados, jueces, psicólogos
y verdaderos amigos, haciéndome ver que no era pecado defender lo que fuese mío
y lo que yo mismo era. Pero viendo que ni los cristianos son justos y
solidarios, y que estafan, despojan, engañan, usurpan y denigran como cualquier
mundano, decidí vivir la vida entera en la tesis de mi padre, aunque en parte
equivocada, y siempre doy la otra mejilla.
8.
Sobre
Deudas: Aprendí a ser honesto e íntegro no con nuestros padres, que aunque lo
eran, engañosamente lo hacían como bajo la Ley Mosaica y no la Gracia. Era
clásico escuchar en casa quienes digan “yo no debo nada a nadie”. Aprendí solo,
y en la guía del Espíritu Santo. Si a cualquier momento me viniera el recuerdo
de una deuda, de cualquier tipo, me levantaba y encaminaba a arreglarla
personalmente, cueste lo que costare. Colecciono una buena cantidad de
testimonios maravillosos que glorifican al Señor, me dan paz absoluta, y me
honran, y me disponen a las recompensas de Dios, las cuales también
desobstruyen vidas, para que obedezcan el Evangelio. No obstante, cuando las
personas no me aceptaron siquiera un encuentro con el anticipado mensaje de que
quería arreglar nuestra relación, aprendí que Dios que conoce los corazones,
para él, en este caso, las deudas fueron liquidadas y hasta pudieron pasarse a
mis detractores, a su cuenta, delante de Dios. En Santo Tomé fui a ver a tres
personas por deudas pasadas, una de las cuales ni sabía, y una de mis más
hermosas experiencias fue con Beto, el hermano de Nilsa Esponda, que felizmente
nos reconciliamos a tiempo, como todos los casos que tuve que enfrentar. Por
favor, no quieran más explicaciones, porque hasta muertes hubieron y desgracias
muy tristes en aquellos que se cerraron a mí.
9.
El
Trabajo: Caín entendió que la sentencia divina respecto del Trabajo, implicaba
un abandono total de Dios a que los humanos se arreglasen como pudieran, y entonces
salió a trabajar duro, y probablemente le daba rabia ver a su hermano Abel
pasándose el día tranquilo con una varita en la mano, por veces sentado en el
pasto; otras veces bajo un árbol, a su sombra, o junto a los arroyos. Caín
idealizó el Capitalismo; el camino del esfuerzo, de la méritocracia, del
sacrificio, todo lo cual implica poco o mucho de engaños y maldades. Abel no lo
entendió así. Yo mismo manifesté sorpresa porqué mis hermanos son diferentes de
mí persona, pero luego veo que mis hijos no siguen mi camino. O unos nada; y
otro apenas un poquito. Sin duda, no es pecado ser uno mismo, pero eso nos
muestra que la genética y la energía psíquica de los padres sobre o en nosotros
los hijos, no siempre cumplen el ideal de su génesis. Desde muy niño, me
preocupaba por la verdad, e invertí en conocerla, y aprender el camino
correcto, verdadero y de vida. Tanto que eso fue un ideal, como también una
realidad relativa, no absoluta. Me fui formando en varias profesiones, con tal
de descubrir lo mejor para todos, y vivo sin soportar tener a alguien por
cerca, cualquiera sea, ignorando o padeciendo alguna carencia. Mis formaciones
están absolutamente a servicio de mis compañeros de ministerio, mis hijos, mis
familiares, mis amigos, porque más no puedo, y esa visión abélica y no cainita,
me lleva a ser “pobre”, aunque no infeliz.
10.
Ninguno
de mis hermanos tuvo un llamado pastoral y una misión tan claramente definida y
destacada, marcada antes de nacer, como fue mi caso. También son incontables
las veces que atentaron contra esa misión mis propios hermanos, y vecinos de
las ciudades donde viví. Si al menos los hermanos cristianos lo hubieran
reconocido, y respetado, como hasta ahora Dominga Acosta, Gregorio Velázquez,
Mario López, y el Padre José Ceschi, sería famoso. Pero de esto también el
Señor me libró.
11.
Capital: Por defecto de personalidad, o por
razones coyunturales, o por voluntad de Dios, mi hermano Mario llegó a decir un
día, que si yo hubiera acumulado todo lo que había adquirido, sería el más rico
de la familia. En efecto, mucho recibí de mi suegro, y mucho trabajé, y gané
bastante en mis diversas actividades, además de lo mucho que supimos cuidar y
fui capaz de reciclar, pero nunca acumular; antes, siempre dar y ayudar a
otros. Hasta el dinero, después de pagar las deudas normales, y comprar algo
esencial, lo sobrante siempre doné a otros que vi necesitados. Y Dios siempre
me honró. En lo ministerial, viví como rey, con mi familia como imperio. Pero
siempre me persiguieron por mis capacidades, mis éxitos y el amor de la gente
por mí, en especial.
12.
La Envidia: Fue el monstruo que más me
persiguió, no solamente de parte de hermanos en Cristo que deseaban ser
“ministros” de mi nivel, sino mucho más de las jerarquías denominacionales, y
¡PASME! De mi propia esposa. Cuando salíamos de Lages, SC para Mendoza, ella
confesó que no soportaba lo mucho que me elogiaban, respetaban y galardonaban.
¡Pobre! Ese mal la dominaba. Y eso que nunca la dejé de lado, sino que siempre
la honré y valoricé. Entre los ministros, también; siempre hay quienes son
mediocres, y no aceptan ayuda para su superación, de tanto orgullo que no los
deja reconocer su carencia y la superioridad de los demás. Estando en Mendoza,
Argentina, Elena me mintió que nos pedían y hacían lo mejor para que fuéramos a
radicarnos en Presidencia Roque Sáenz Peña, Chaco, y al llegar allá, la maldita
envidia cambió su carácter contra mí, públicamente. Sólo entonces me puse en
alerta e investigué a fondo la razón, descubriendo que ella no podía ver una de
sus hermanas, o uno de sus hermanos prosperar, que volvía a casa loca contra
mí. Ella ya partió con el Señor con 56 años de edad. No me avergüenzo de contar
esto, porque los pastores fueron peores. En Lages había conseguido en la
Municipalidad cuando un señor de apellido Colombo era intendente, un dinero
para construir en nuestra Iglesia un predio de tres pisos, para morada
pastoral, seminario teológico y el templo. Cuando el Directorio denominacional
supo, me mandó anular todo, con la amenaza de que si no lo hiciera, sería
despedido [con la familia a la calle]. En Blumenau, SC, había un pastor que me
persiguió hasta la amenaza de pedir a la Policía Federal deportarme. [QEPD].
Partió con el Señor con 63 años de edad y si sus acusaciones fueran verdaderas,
imposible que no haya alguien en este vasto país y conmigo en la WEB el tiempo
todo, que no me llevase a la Justicia. En otra ciudad los católicos llevaron
una denuncia falsa al Juzgado de Menores [juntábamos muchos niños en la
Iglesia], y el Juez me citó, pero yo envié una carta y no me presenté, y jamás
me importunó; de esto hace más de 20 años. Un falso pastor que jamás me sonrió;
desde que nos conocimos me desconfiaba [un paranoico crónico], recibió de mí
una publicidad de un Congreso de mi amigo el Apóstol Juvenal García de Jujuy, y
callado se ausentó de la ciudad, hasta que su esposa me declaró que había ido
al Congreso sólo. Allá me difamó, ciertamente. Un diácono de su iglesia me
acusó en la Policía Federal donde él era oficial. Mientras tanto, dos
importantes ciudades estaban revolucionadas por el poder de Dios manifiesto en
mis ministraciones, y los hechiceros se estaban convirtiendo y yo mismo
ayudando a destruir más de 300 ídolos mágicos. Entonces, el Espíritu Santo me
dio la estrategia, y la usé fielmente. Conclusión: La abogada oficial de la
Policía Federal contratada para defender la Fuerza, me defendió a mí, después
de que firmaron nuestra deportación en cinco días, y en vez de expulsarnos del
país, nos dieron la permanencia. Aquí les dejo un infinito Etc., donde Jesús es
El Señor.
13.
Los
demonios de Sáenz Peña: Esta ciudad chaqueña, fue más amada por mí, que mi
propia ciudad natal en Corrientes. Las marcas buenas de ella, son incontables.
Volvería a vivir permanentemente allí, así partiría con el Señor desde allí, y
me sepultarían con mi amada esposa. Pues mi deseo, y tal vez de probable
acontecer, se basa en que no tengo “la cola entre las piernas”, aunque algunos,
como el hijo de un pastor, me odian. Este mismo joven, a quien yo tanto le
ayudé, llevó a un hermano cristiano de origen toba una difamación de mi
persona. Un día este hermano me trató mal, afirmando que “nunca podrás pisar
Brasil de vuelta, porque allí nadie te quiere por lo que hiciste”. Eso fue en
el año 2004. Aquí estoy en el 2020 desde el 2009 radicado legalmente y andando
libremente por todo el país. Otro día, el intendente Gerardo Cipolini, hoy
Diputado Nacional por CAMBIEMOS, me encontró en la calle, y paró para
abrazarme, pidiéndome que volviera a la ciudad. Un pastor de allí a los pocos
días que quedé viudo, me dijo: “Dios te libertó de esa raza de gente. No
lamentes; no perdiste nada; ganaste libertad, porque ellos querían verte
muerto”. Ya murió uno que me amenazó frontalmente; murió ciego. Murieron varios
inocentes, la raza está quebrada, llorando sus pérdidas, mientras yo no festejo
nada; muy por lo contrario, lamento y lloro con ellos, pero ellos no cambian su
preconcepto de mí.
14.
Una historia nunca contada, o mal contada: Fui
yo quien llevó a la ciudad de Santo Tomé la Iglesia de Dios con sede en Leandro
N. Alem. Un día la Revista La Trompeta de la denominación, editada en Bolivia
por un misionero, lanzó un concurso que yo gané. Entonces me pidió una
autobiografía. La envié. El hermano publicó que yo era “Ministro de la Iglesia
de Dios”. Uno de sus pastores, Bernardo Fischer, se enloqueció y me destrató
violentamente, acusándome falsamente. Hice copia de la carta enviada al
periódico, y le entregué a Bernardo para que comprobara que yo nunca me había
atribuido tan honorable título de ministro de ellos, perteneciente sólo a
ilustres como él. Ni así cambiaron; al contrario, me desecharon completamente.
Pasó un tiempo y un hermano de la ciudad a quien “le salvé” de no apenas las
sectas sino también de que asesinara su esposa e se suicidara, habiéndose hecho
pastor de esa denominación en dos iglesias simultáneamente, después de esto, tuvo
un accidente con pérdida de vida de uno de la familia, y de una de sus piernas.
En aquellas circunstancias le pasé una Biblia que necesitaba, que me había sido
consignada para la venta, por un hermano de apellido Alarcón, de Posadas. El
hermano nunca pudo pagarme, y yo nunca más pude volver allí, hasta que largaron
plumas desde un avión difamándome, y entonces, ya ni me importó más ir a
verlos, porque pagarles la Biblia no sería un gran problema; problema mismo
sería que se pusieran a juntar las plumas desparramadas. Y mi acción
“misionera” a favor de la Iglesia de Dios en Santo Tomé y Sáenz Peña, que en la
Sede consideraron un despertar de Dios, se volvió en división de 8 de sus
iglesias, incluida la de Santo Tomé, de la madre-iglesia de Alem. ¿Y saben
cuántos de esa Iglesia en mi ciudad natal me quieren? ¡Nadie! ¡Ni mis hermanos
congregantes allí!
Cada día que pasa, y en pandemia, y además, por ver mi misión estar
llegando a su consumación, me veo más cerca del día de mi partida. Este resumen
de 6 páginas no es ni la punta de un alfiler de lo ya escrito por mí de mi vida
en con y para Cristo, pero por este resumen deseo que me conozcan y comprendan
un poquito, y que los ministros y aspirantes a ministerio puedan por este escrito-confesión
repensar el ministerio. Es cuestión de todo, o nada; de morir o morir al yo; de
perder, y no ganar; de dar la otra mejilla, y las espaldas también; es en
plenos templos de adoración, tener a un publicano orando alado, condenándonos.
Es “voto de pobreza”; es recorrer el mundo descalzo, o en sandalias; es gastar
de lo de uno, y gastarse. Es ser difamado por muchos, y mano de Dios para tal
vez muchos más. Yo preferí ser un Pedro lleno de defectos, en vez de ser un
Judas rico y poderoso capaz de hacer la historia cambiar.
Mi vida se reduce a VENCIDO por Dios, no por el pecado, el mundo
y la religión. Él me usó y usa aún, tan solo después de vencido. Siempre
buscando LO MEJOR, y no necesariamente LO MÁS CARO, y jamás
gastando el dinero, y el tiempo, ni gastándome en LO MÁS BARATO.
Por hoy… Gracia y Paz.
29.11.20
Tito Berry