En toda esfera humana, “la unidad hace la fuerza”. Es una ley de la naturaleza. El mismo Dios es triuno, y cuando Jesús hizo la oración sacerdotal de Juan 17, aclaró que la unidad de sus seguidores debía ser la misma de la Trinidad Divina. Parece pedir demasiado, lo inalcanzable, pero si Él lo dijo, todo será posible, y es la única unidad posible.
Pero fijaos. No es que los seguidores de Jesús primero deben ser perfectos, para luego reunirse y unirse como uno solo, sino lo contrario. Son los distintos tipos de seguidores que deben buscar la unidad de la Divinidad.
Tal vez la exégesis del capítulo desarticule en parte mi declaración, pero así como no podemos hacer doctrinas por un solo versículo, tampoco se puede sostener un concepto central en Cristo por una única mención de él, habiendo tantas otras en el Nuevo Testamento.
Así, concluyese que, así como en el mismo Cristianismo hay incontables diferencias, hay también diversas corrientes de seguidores de Jesús, tales como los judíos mesiánicos, los islámicos, los cristianos católicos, los cristianos protestantes, los sectarios, y otros.
Pero Jesús, la Divina Trinidad y el Espíritu no nos hablan de unidad de estructuras humanas, sino de sus seguidores. El Papa Francisco se había referido al “fracaso” de Dios. Las personas que no saben leer, o carecen de mayores conocimientos de la gramática, pasan de largo por las muchas figuras de lenguaje, y retóricas que siempre usó Francisco.
En este caso, la expresión no fue una “confesión de parte” sino la figura de lenguaje llamada ironía. Se entiende que la ironía ocurre en el contraste entre aquello que se hace o dice y el mensaje que realmente se quiere transmitir (Muecke 1986: 33). Parafraseándolo, decía: “para la gente que pone su confianza em lo material, Cristo fracasó, porque terminó en una cruz de madera”.
En la homilia proferida em la Catedral de San Patricio, el papa hizo reflexiones sobre el sacrificio y las formas de medirse el suceso. Él usó el término “fracaso de la cruz” también como metáfora para lo que sería un fracaso material, pero no espiritual, ya que Jesucristo resucitó tres días después de crucificado. Lo que él dijo, textualmente fue esto: “el verdadero valor de nuestro apostolado es medido por el valor que el mismo tiene a los ojos de Dios. (…) La cruz nos muestra una manera diferente de medir el éxito: a nosotros cabe sembrar, y Dios ve los frutos de nuestro trabajo. Y si, a veces, nuestros esfuerzos y nuestro trabajo parecen gimotearse y no dar fruto, estamos a trillar la misma vía de Jesucristo; su vida, humanamente hablando, acabó en un fracaso: el fracaso de la cruz.”.
Tal unidad no puede jamás basarse sobre “dijo o no dijo”, y diferencias teológicas, sino en la igualdad del Nuevo Nacimiento. ¿Acaso en pandemia no se está descubriendo que tal vez la mayoría de nuestros congregantes y fieles del templo no eran renacidos? Pero como manifiestan concordancia doctrinal, son recibidos como verdaderos cristianos, y a los que se agrupan en otro lado son los herejes.
La palabra unidad tiene varias aplicaciones o sentidos. Cuando en Educación y la Ciencia se habla de unidad, la referencia es a un principio aglutinante y generador de resultados. Cuando una persona se afilia a un partido político, o denominación “evangélica”, su unidad es por doctrinas, reglas y principios que el grupo establece y demanda mantenerse, pero nada tiene que ver con la Unidad de Dios.
Cuando la unificación es predicada por la Secta Moon, hay en ella un sincretismo intencional para el imperio mundial de su religión. Cuando los “consejos pastorales” del ámbito “evangélico” enarbolan la bandera de la unidad, o se trata de una unidad meramente funcional, o de una unidad basada en doctrina, pero nunca la verdadera unidad de la Trinidad.
Cuando el catolicismo habla de consejo pastoral, hace alusión a un órgano episcopal doctrinario y social; un poco más abarcante que los evangélicos, pero todavía no bíblico. Cuando nos hablan en Ecumenismo, nos señalan la reunión para el entendimiento para la hegemonía de una sola religión, por medio de todas o la mayoría. Ninguna de las unidades mencionadas, es la del Nuevo Testamento, continuación de la Unidad de Dios con su Pueblo en el Antiguo Testamento.
Las cuatro divisiones en Primera Corintios uno, fueron por el concepto que cada grupo tuvo de sí como LOS PERFECTOS. Pablo responde aquí de manera contundente que hasta los que parecen más puros, la Secta Cristiana, era una división de la Iglesia de Jesús, y a los filipenses les dice “Yo también soy perfecto, pero no he llegado todavía a la perfección”. Los hermanos se habrán sorprendido y le habrán preguntado ¿Cómo así, hermano Pablo? Así la mayoría de los cristianos de hoy no entienden ni mínimamente a uno que realmente se mantiene en la visión bíblica y no busca otra gloria más que Cristo mismo, y nos llaman incoherentes. Es que las cosas espirituales no pueden ser juzgadas por la psique humana y la carnalidad.
Cuando examinamos el Nuevo Testamento completo, con el fondo histórico de cada personaje en él, de lugares y tiempos, descubrimos que desde Hechos 13 el Señor Jesús, el Cabeza de la Iglesia pasó de un llamado colectivo a un llamado individualizado.
En la Iglesia de Pérgamo, Él identificó a un único hermano fiel. ¿Con quién se uniría ese hermano? ¿Debía hacer una nueva iglesia? ¿Los que estuvieran con él serían los rebeldes, o los genuinos? Jesús nos da una llave para entender estos aspectos: “El que no está con nosotros, contra nosotros es”.
Significa que existe un núcleo duro que nunca se apartó de Él; no por sus enseñanzas, sino por ser atraídos a Él por amor. ¿Qué pretende Jesús juntar? VIDAS, no CABEZAS sin cuerpo. Para CABEZA, basta Él.
Si usted va a juzgar a la Iglesia Católica, realmente es anticristiana, porque tiene a un hombre como Sub-Cabeza del Cuerpo de Cristo, pero si usted es humilde y genuinamente seguidor de Jesús, reconocerá que está debajo, o es, un papa evangélico igualmente como Francisco.
En toda denominación cristiana hay al menos un remanente fiel o Vencedor. Francisco entiende así, y los busca, y no podemos saber si no esconde la ambición de Anti-Cristo, o lo hace genuinamente tratando de ver en cada persona cuánto ama a Jesús, independiente de todas las aristas anti-Jesús que todos tenemos, incluso los evangélicos.
El mayor anticristo de la historia, se ha infiltrado en todas las denominaciones y confesiones de fe, y se llama DIOS MAMÓN [el capital de Dios usurpado por los más fuertes]. La representación de la Iglesia Evangélica Argentina es una de lo más anticristo del mundo, por ese aspecto.
En última instancia, nadie de nosotros conoce el corazón de nadie; ni el propio, y la Biblia no describe una lista de características de los que realmente nacen de nuevo. También, la Biblia claramente dice que sólo Dios puede juzgar lo que no se ve. ¿Cómo usted, ahogado, va a juzgar a un ahorcado? ¿Cómo usted que se ha extraviado después de Juan Apóstol hasta hoy como “evangélico”, puede creer que es autoridad para juzgar al que se desvió como “católico”?
¿Por qué no hace como Francisco, visitar a pecadores y sutilmente hablarle de Cristo, muy a pesar de los ídolos que usted lleva adentro, y que nadie ve, o en la valija, visiblemente, y no deja una semillita entre los idólatras de otra clase distinta de la suya, y confía los frutos a Dios? ¿Será que para usted es mucho más sagrado e intocable SU PERFECCIÓN que unas unidades mediocres o imprecisas o equivocadas, pero unidades al fin? Yo jamás me negué a tales unidades; son ellos los que no me reciben.
Yo vengo de la segunda camada argentina del mover de unidad verdadera, lanzada por la Renovación Espiritual con Juan Carlos Ortiz como el mayor articular de lo que el Señor trajo a Su Iglesia, y el Obispo Ibañez Padilla, y bien lo dijo un compañero de esa época: “Ellos viven hablando de Unidad, y cada vez más divididos. De aquí a 10 años no habrán de haber logrado nada”.
Finalizó el año 1996 y estamos cada día peor. ¡Claro! Son tan perfectos que sectarios dirigen los Consejos Pastorales más importantes del país, con MAMÓN en el trono. Jesús, en cambio, “le paró el carro” a uno de sus mayores oponentes, Saulo, y le hizo el mayor de sus apóstoles. Los perfectos son tan exclusivos, que abren una casita de barro, con puertas cayendo, y tejado de paja, o suntuosos templos, y le ponen preso allí a Jesús, llamando a la unidad de ellos, y cuando otro mayor, como Francisco hace lo mismo, gritan que es el Anticristo.
¿Son engañados y embrutecidos, y cegados por el Diablo, o grandes bandos de la mafia adulteradora de la Iglesia, por tanto, Anticristo? Si salen de sus miserables reductos religiosos, tienen miedo de ir al infierno. ¿Qué salvación segura es esa?
Hageo 2. 10-19 retrata muy claramente nuestra situación actual. Indudablemente, nos contaminamos tanto, que debe ser el mismo Dios que lo permitió, concordando con Romanos 8. 18-25, pero nos llama hoy a creer que habrá el cambio hacia SU PLAN, y que él va a ganar la batalla, por lo que nos invita a RECOMENZAR HOY.
Sin temores de PERDER NUESTRA IDENTIDAD por unirnos a otros cristianos que poseen menos que nosotros de santidad, sin orgullo, porque el que da el crecimiento y edifica la Iglesia es Él, y no un cabecita de alfiler arminiano o calvinista.
Tito Berry
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