Estaba listo para ir al Instituto Bíblico Sinaí de Corrientes, capital, cuando María Fernández corrió a nuestra casa, en el Itacuá y le advirtió a mi mamá que no me dejara ir, porque “allí conviven muchachos con las chicas y estas salen embarazadas”. Tenía ropa nueva, un par de zapatos nuevos, un portafolio, libros, Biblia, y un entusiasmo enorme. De repente, me deprimí, y sólo atiné decir a mi madre:
“Les voy a obedecer hasta que complete mi mayoridad –tenía 17 años-, y a partir de entonces, voy a ir a donde quiera y ni les voy a consultar, porque ya me mandaré solo”. Y así fue. Un año después, estábamos mudando de barrio, a nuestra casa materno-paterna de Lázaro B. Toranzos, 891, esquina Patricio Bertrán, de Santo Tomé, Corrientes, y desde allí viajé a la capital por mi cuenta.
En ese tiempo aun, dos jovencitas de la Iglesia presentaron una acusación contra mí en reunión de Ministerio, absolutamente mentirosa, y entre mis 17 y 18 años, ya supe defender la verdad fervientemente, y fui respetado. Yo no digo que quienes mueren es por pecados, o castigo de Dios, pero me sorprende como casi todos los que me persiguieron ya no están más entre nosotros.
Me persiguieron por ser joven, delgado, elegante, predicador. Me persiguieron por ser suave, delicado, sencillo, y amigo sólo de varones. Me persiguieron porque me gustaban otras chicas. Me persiguieron, porque me hacía amigo de gay. Me persiguieron porque en algunas fiestas de cristianos me abrazaban tres chicas de un lado y otras tres del otro lado. Me persiguieron por esas vanidades cuando soltero, cuando casado, y hasta en el 2017 en Maringá, Brasil, porque una hermana se cobijaba de mi lado bajo mi sobretodo por el frío, y la otra del otro lado quería lo mismo, como si fuese yo el elector.
En ese mismo tiempo entre mis 17 y 18 años, trataron de forzarme un noviazgo en Oberá, Misiones. En Corrientes capital también, pero desde mis 18 años en adelante; pero vencí todas las trampas hasta casarme en el año 1975 en Presidencia Roque Sáenz Peña.
Los bienes materiales que obtuvimos casados, fueron motivos de celos y contiendas sin parar en la familia de quien en vida era mi esposa, al punto de prácticamente regalarles mi última casa para no andar mal con ellos, viviendo como en una cárcel, por las cosas materiales. Pasó el tiempo y adquirí una casa del INVICO, en uno de los más codiciados barrios que, por prestarle al falso pastor Corazón de Jesús Romero de la ADD, la perdí. Él con su familia se llevó mis libros, documentos, mis muebles, y dejó la casa abierta, a merced de cualquiera. Mi vida de fabricante de muebles fue una de perdonar y perdonar deudas de los clientes constantemente. Pero también en mi vida hubo episodios increíbles, de la bondad, la misericordia y la justicia de Dios.
Si es verdad que los tres principales enemigos de un pastor son sexo, orgullo y dinero, la gracia de Dios en mí me llevó a vencer a los tres, cada vez que trataban de seducirme, o enredarme, o me perseguían mintiendo o simplemente sospechando. Un día el Señor llevó a Elena Koncimal, madre de mis hijos, y desde entonces, Él mismo me apartó de mis detractores, aunque yo persistí en volver a ser sus amigos, como si nada, hasta que en este mes de marzo del 2021, gracias a la pandemia, el Señor ganó en mí la batalla más obtusa en mí, que fue la de siempre creer que un calumniador o perseguidor sería convertido por mi actitud y el “devolver bien por mal”. Esta vez, por fin, comprendí que el adorar a MAMÓN, casi siempre es irreversible, y no soy yo quien va a cambiar a las personas. Si Dios no las cambia, deberé aceptar que sus detracciones permanezcan de pie, y mantengan a muchos engañados, y seguir adelante. No tengo nada material en mi nombre, pero siempre tuve y tengo todo, y por sobre todo, paz de espíritu, alegría en servir, y amor al Señor y a su Segunda Venida. Hasta hoy recibí una trampa desde LA CRUZ, Corrientes de alguien que dice conocerme, y es de reír a carcajadas, como la gente mala busca tenderme la cama para poder alabarse y vanagloriarse. No saben que el Señor a quien siempre serví, nunca me abandonó a caer enredado o preso de las artimañas de los malos. A ellos les sobra maldad. A mí me sobra la protección divina y Su justicia. Ellos, por ser en todo capitalistas, y sexo, orgullo y dinero están bajo su órbita, creen que tarde o temprano me verán en la cárcel. Es el mismo espíritu que se instaló en Argentina contra CFK, y si ella, siendo pagana sigue libre, ¿por qué yo, que nunca dejé de ser amigo de Cristo iría a caer en las estratagemas de odiosos y falsos cristianos? El médico santotomeño Villegas parece tener testigos verdaderos que le hunden, pero a mí, ni las acusaciones de Satanás pueden llevarme al fracaso, porque así como muchos que tocaron la niña de los ojos de Dios ya no están, o sobreviven en la ruina, mis ojos verán su ruina si persisten en hacerme mal, mientras mi vida es templo del Espíritu, morada terrenal de la Divina Trinidad, para ser luz con muchos que están conmigo desde el 2007 en que quedé viudo.
Tito Berry
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