Para vos que eres joven, y crees que por mi edad, seria yo un viejo cualquiera, o achacado, casi inservible, o que lo que sé y defiendo son cosas del pasado, desactualizadas, y hasta antisocial.
Para vos que ya cursaste una facultad –cosa que respeto, aún si no hubieras cursado ninguna, porque eres una criatura preciosa de las manos de Dios, y soy tu hermano, tu semejante-.
Para vos que te formaste en una carrera universitaria mediante que fui yo quien preparó el TCC para ti, y puse dinero para ello, en tus horas difíciles.
Para vos que te libré de enamoramientos perdidos y degradantes, que de consumarse, te llevarían a una vida desgraciada porque tienes a Dios y la otra parte no lo tiene, y le odia.
Para vos que pasaste por momentos oscuros, tristes; perdido y confuso por una disciplina de Dios por tu obstinación, y que, intentando suicidarte fuimos tres los despertados de noche con avisos de Dios en la misma hora, para orar por ti, y librarte por nuestra intercesión y guerra espiritual.
Para vos que fuiste testigo de liberaciones divinas fuertísimas, gracias a la acción mediadora inmediata y sacrificial de este vaso de Dios en la hora exacta en que estaban para ser tragados por aquellos que tú sabes, y conoces.
Para vos que viste de cerca las calumnias y persecuciones misteriosas cayéndose solas, ante la pericia estratégica en guerra espiritual de este canal del Poder de Dios.
Para vos que acompañé tus obstinaciones y pertinacias sin ofenderte, hasta haciendo tus gustos, para que sea Dios mismo quien te corrija, y cuando él te corrigió, me odiaste y haces culpable de tus consecuencias vividas en tus aberrantes determinaciones “de fe”.
Para vos que viste cuando un padre desprecia y rechazá este servicio sacerdotal verdadero, y cómo para partir este mismo siervo tuvo que ir hasta él a poder perdonar y ser perdonado, recibiendo el milagro de la resucitación en su lecho de casi muerte, sin poder descansar.
Para vos que corriste junto con otros tantos, ayunando, y velando días y noches para que vuestra madre no partiera aún, y cómo desde muy lejos Dios dijo “no la llevaré hasta que vos llegues y la desactives de tanta prepotencia egoísta que la quiere viva para abusar de ella, mi sierva, a quien la cuido y mandaré ángeles a cuidar su cuerpo, hasta la resurrección”. A vos que viste cómo la ciudad entera paró con su partida, sólo después de que este vaso impusiera su mano en ella y la libere el paso de paz a Dios.
Para vos que escuchaste a otros amenazar de muerte un siervo de Dios, y el Diablo le cosechó, mientras el siervo sigue vivo, sirviendo y adorando al Señor de la Vida.
Para vos que viste cuando este mediador de Dios fue a ver a su tío católico en el hospital, y que sólo después de su entrada a la TI, partió como hermano nuestro, a Dios el Padre.
Para vos que sabes cómo este intercesor medió para que Carlitos volviera a Dios y lo disfrutara en vida en dos diferentes instancias, asistido por los pastores encomendados por mi confianza, hasta su partida a las manciones celestiales, donde ya ha sido visto dirigiendo una gran orquesta de adoración al Señor.
Para vos que acompañaste con este pastor a una de las más preciosas ovejitas de nuestro Señor, hasta su partida, dándole nuestras vidas para despedirla sin querer, pero en paz con Dios y con ella, y que también has visto su partida, soportando un luto interminable, sin renegar.
Para vos que viste a este joven correr para salvar almas, rescatar a los que se quemaban en el mal, y arrebatarlos de las manos del usurpador Satanás.
Para vos que escuchaste tantas veces a este joven, luego ya hombre maduro, y finalmente ya anciano, sin doblarse jamás al pecado, a la tentación, a las manipulaciones del dinero, y que ha dado la cara propositalmente, para perdonar a sus despojadores.
Para vos que partiste recordando que me habías provocado y pedido sexo, y que yo me negué por respeto y verdadero amor a ti, amiga mía, y a Dios, el que luego te arrebató para él sin deberme nada y sin que te fueras debiéndote yo a ti algo, sino seguir siendo el hombre de amor que siempre fui, ya para con otras criaturas de Dios.
Para vos que siendo un jefe policial, no aguantaste una palabra disciplinar de este apóstol de Cristo, y diste el portazo y te fuiste sin saludar; guardas rencor y bloqueas caminos para no tener que obedecer a Dios.
A vos que diciéndote “pastor” me llevaste a perder la casa y robaste mis cosas, mis libros, y finges amnesia.
Para vos que pronosticaste apostasía en mí, ante el cajón de una de tus hermanas, y hoy estás padeciendo el Mal de Alzheimer, por lo que perdiste la oportunidad de ver mi fidelidad al Señor, y que te manifieste cuanto te amo y perdono, lo que debiera hacerte ver que el amor de Dios no enfrió sino que aumentó fragosamente.
Para vos que me echaste de mi terreno propio y adueñándote, luego tantas veces me impediste entrar a él, y hoy ya sabes que es la Justicia que te pedirá cuenta de todo eso, y de muchas otras malas acciones de tu loco y desenfrenado corazón.
Para vos que nunca me creíste, pero crees piadosa y servilmente a tus informantes infames y engañadores, que no desean tu bien, ni mucho menos de toda nuestra familia.
Para vos que no eres pastor, pero cobras salario de pastor. Que no eres pobre, pero permaneces subsidiado como si lo fueras. Que nunca conociste el corazón del Padre, pero exiges a tus hijos a que te llamen “papito”.
Para vos que te aprovechaste tantas veces de mí, sacaste todo el provecho que quisiste, en tantas ocasiones, y hoy te jactas de ser alguien o tener algo más que yo, menospreciándome.
Para vos que fingiendo no ser la que eras en el interfone, mentías para invadir mi hogar, y dividirnos con tu maldad, y;
Para vos que hiciste de todo para llevarme a la cama contigo [no sé si por verdadera pulsión sexual, o treta prostituta para después destruir mi honor y ministerio], y que no conseguiste, y ahora haces que no me conoces.
Para vos a quien salvé de que tu marido te degollara, y me interpuse aun frente a uno de los más crueles hombres ya conocidos, que no quería defenderte.
Para vos, Chino, a quien te salvé del suicidio cuando Dios me envió a Ti y te encontré en el momento exacto de tu desilusión, a quien tanto amé como amigo y pastor como yo, proveniendo de la misma Escuela Dominical, y que te adelantaste, porque Dios te volvió a salvar, esta vez sin mí, y lejos de mí.
Y a tantos otros, centenas, por cierto, que el amor y el perdón no me dejan recordar, y que, como buen escritor que debo ser, debo esforzarme por recordar al menos algunos a fin de perfeccionar cada día más mi carácter de Jesús en Mí, para que mi pasaje por la tierra te bendiga, te alumbre, y te haga feliz.
A vos y a
ustedes, mi amor, mi perdón, mi comprensión, mi alegría, mi paciencia, que no
son míos, sino de Él, y para Él. Jamás los estaría maldiciendo, ni
ocasionándoles daños, [tal vez tan sólo inconscientemente], porque sin saber cuál es el
destino fijado por Dios para cada uno de ustedes [siquiera supe alguna vez del
de mis hijos], oro, lloro y vivo para verles felices [y que así como cada vez
que me encontré con mis detractores me olvidé despreciarlos, y los abracé, y
que son muchos los testigos “confusos” por ese mi comportamiento], y poder un
día abrazarlos de nuevo, hermanados por el sagrado corazón de Jesús que nos
abrazó para siempre en la Cruz.Pero también a los otros, los que tanto me bendijeron, mi agradecimiento. Tal vez en un día no muy lejano yo también me vaya con papá Dios, y quiero que me recuerden como aquél que no fue tan escuchado, ni tan leído, ni tan disfrutado, o cansaba con esa su obsesión por Jesús, pero que desde el cielo sólo velará por vuestro bien mientras vivan, e intercederá a Jesús por cada uno de ustedes. Amén.
Tito Berry