¿LA IGLESIA, EL CUERPO, LA NOVIA, LA ESPOSA O EL REINO?
Hace muchísimo tiempo que veo la necesidad de abordar este tema, y hoy surge la urgencia de meditar con ustedes someramente, como una introducción, lo que tal vez sea más productiva si generamos interés.
La pregunta proviene de la preocupación acerca de recibir a las personas, cómo y cuánto tolerarlas así como vienen a Cristo.
Hay una vieja frase bien arminiana, que reza: “venga como está, pero no quede como viene”. Absolutamente absurda. La Biblia afirma que antes de venir a Cristo TODOS estábamos muertos en delitos y pecados. Un muerto no puede decidir nada. Si la salvación es por gracia, por medio de la fe, ¿por qué ahora el salvo deberá obrar para poder mantenerla? ¿O acaso convivir con los anteriores salvos, nos pueden contaminar? ¿No sería lo contrario, que los anteriores salvos le provoquen a los nuevos alguna transformación mayor y más rápida?
IGLESIA: Cuando Jesús habló por primera vez de Su Iglesia, ya había iglesias. Sino, él no diría: “edificaré Mí Iglesia” En Atenas, la ekklesia era la asamblea de los ciudadanos reunidos para discutir asuntos políticos. Tenía la intención de conferencia popular “contra” el Gobierno, de gente que se sentía “fuera del sistema”, o no lo aprobaba. Luego, su etimología implica “llamados desde afuera de…”. Por tanto, ser Iglesia no destaca tanto el lugar hacia donde la gente va, sino el lugar de donde sale. Afuera de la Iglesia no hay amor, compasión, perdón, misericordia, aceptación. Somos llamados fuera de ese sistema, para reunirnos en torno del Mensajero y su Mensaje, el Salvador y la Salvación. Si la expresión “ni las puertas del infierno prevalecerán contra ella” se va a cumplir, ELLA debe ser AMOR, PERDÓN, SALVACIÓN, principalmente, cosas absolutamente inexistentes en la sociedad mundana. No hay ninguna garantía de que el Gobierno, o la gente impía no agredan a la iglesia como templo o institución humana, sino tan solo en tanto y en cuanto Amor, Dios mismo. Entretanto, en todo el significado y la abarcancia de la palabra, nada nos puede hacer presumir que no habrá pecadores en ella. Muy por lo contrario. Ella, y sólo ella puede contener a los pecadores, sin que el Diablo [el infierno] prevalezca contra Ellos. Las familias pretenden el buen nombre y la honra, por eso son moralistas, pero la Iglesia no puede ser moralista, porque es familia de convivencia de diferentes, por amor, o sea, un lugar de perdón, compasión y comprensión.
CUERPO DE CRISTO: Entramos al terreno de lo místico, lo misterioso, lo oculto, pero divino. El Cuerpo humano de Cristo llamado Jesús, nunca pecó, pero murió por causa del pecado que cargó sobre él. Sin embargo, el Cuerpo de Cristo místico, que se compone de “miembros de Cristo”, son todos regenerados y ningún pecador, pero muchos débiles e infantiles [sin crecimiento], que afectan a todo el Cuerpo, no así a la Cabeza que es Jesucristo, no obstante, la Cabeza nos ve a todos sanos, limpios [Juan 15] justificados y glorificados [Rm. 8. 30], y nos ayudamos entre todos, hasta llegar a la estatura del Varón de Dios, que es Cristo-Iglesia, Cabeza-Cuerpo en plenitud y madurez absoluta.
LA NOVIA: nos habla de pretendientes que OBRAN para conseguirlo. En la parábola de las diez vírgenes, todas son salvas, pero no todas tenían una vasija con aceite de reserva. Esto significa que aunque sus espíritus, la lámpara, estaba alumbrada, vivificada por la luz de la vida, sus vasijas, o sea, sus almas [mente, voluntad y emociones] no estaban preparadas para asumir el casamiento. En Apocalipsis es la Novia que teje su propio vestido, implicando consagración y santificación, equivaliendo sacrificio, negación, llevar la cruz, seguir fielmente como discípulos, a Jesús, el Novio.
LA ESPOSA: Es la Novia madura. Todo hombre, cuando va a casar, debiera esperar deslumbrarse en la intimidad con la belleza de su Novia, así como ella respecto a él. En tales momentos, todo es magnífico, y no tenemos ni la menor idea de su nobleza. Con el tiempo vamos percibiendo si el otro es de alta calidad, o baja o inservible. En este tipo o metáfora, los salvos llegan a las Bodas del Cordero, y no a las Bodas del Esposo, porque se entregan en los brazos del perdón, del amor, de la ternura, la salvación, y la comprensión absoluta.
EL REINO: Sólo ante el Reino de Dios, es que los salvos que entraron a la Iglesia, permanecieron por años superando, siendo transformados y ayudados a dejar vicios, pecados, y a cambiar en todo, por el amor y la comprensión, y que luego comenzaron a desarrollarse como miembros de un Cuerpo vivo y divino, y a funcionar. Y sólo aún después de ellos mismos, ya en proceso de madurez volviéndose responsables, cuando se dedican a invertir en su vestido puro y a ungir sus ojos, ataviarse para el Novio, y sólo después de festejar el encuentro en las Bodas del Cordero, es que ellos son juzgados para tener la calificación necesaria para acompañar al Esposo-Rey en su Reino Eterno.
En la Iglesia hay toda clase de pecadores, y así como una anguila en el barro no se puede bañar y limpiarse sola, en el mismo lugar, la misma iglesia no tiene ni la capacidad ni la autoridad para cambiar a nadie, mucho menos imponerle modales, conductas y morales o reglas. Cuando Novia, el salvo no puede compararse con otra pretendiente; es tiempo de preparación individual; “Les ruego, mujeres de Jerusalén, que no despierten a mi amada hasta que ella quiera [Ct 8. 4 NBV]. Y ya como Esposa, su Boda no es bautista ni pentecostal ni presbiteriana sino Del Cordero. Dejen por cuenta de él, “presentársela a sí mismo una iglesia gloriosa, que no tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino santa y sin mancha”.
Al pastor que persiste en pecar, otro pastor es el único que puede corregirlo [¡ª Tm. 5. 17-21]. Al que no quiere perdonar y se mantiene vengativo, antes que desparrame odio por ahí, y sea escándalo para la Iglesia, hay que expulsarlo después que no reciba corrección [Mt. 18. 15-20]. Ante el caso del hombre en incesto de 1ª Cor. 5. 1-5, Pablo se equivocó, en vez de entregarlo al Señor, le entregó al Diablo, pero después cambió, y fue volviéndose tierno y compasivo. De 9-13, que aconseja expulsar a ciertos pecadores, se trataba de falsos hermanos. Los verdaderos hermanos, van dejando el pecado constantemente, unos más rápido que otros, pero a nadie debemos imponerles cargas, y sólo expulsar a no regenerados y persistentes en ser escándalo y contaminación, como describe el mismo capítulo desde el 6 al 8.
Todos los aspectos mencionados, son importantes, pero debemos tenerlos en claro para no cambiar el orden. Y sólo se llega al último, sin saltear ninguno de ellos.
Ap. Tito Berry
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