“Pobres, pero enriqueciendo a muchos”
2ª Cor. 6. 10
Es bueno que
no nos sintamos pobres y miserables, sin soluciones y víctimas, pero que también
no confiemos en las riquezas, porque son engañosas. Es bueno no apenas ver la
injusticia social y luchar contra ella, sino también, y mucho más, saber dar de
lo nuestro, y darnos a nosotros mismos.
Tomemos el
caso de la Argentina, único país del mundo que tiene una tercera posición política
fuerte, que no es filosóficamente beneficiadora de ricos, ni consolidadora de pobres.
La presente reflexión pretende centrarse en Isaías 61. 1-3 y no en la política,
pero siempre sería probable que los sectarios ya podrían estar saliendo o
leyendo con mal gusto.
Que el Señor
me libre de dedicarme a defender sectas políticas, y torcer Su Palabra, la
Biblia. Pero como una de las sectas sólo defiende el Antiguo Testamento de
donde nacen el legalismo, el moralismo, el sionismo, y la doctrina militar, y
la otra sólo ve a Jesús pobre y a los pobres de la profecía del texto, pero no
tienen al rico Dios que salva y da vida en abundancia, debemos interpretar
correctamente el Evangelio, a fin de incluir a todos en la salvación.
“El espíritu
de Dios el Señor está sobre mí. Sí, el Señor me ha ungido; me ha enviado a
proclamar buenas noticias a los afligidos, a vendar a los quebrantados de
corazón, a anunciar libertad a los cautivos, y liberación a los prisioneros; a
proclamar el año de la buena voluntad del Señor”.
Jesús lee y
Lucas 4. 18-19 reproduce “pobres” en lugar de “afligidos”. Esta interpretación
es muy importante, porque hace equivalente ambos conceptos. No se trata de
cualquier clase de pobres sino de los afligidos, los preocupados y
desesperados, que no encuentran soluciones después de buscarlas. Pero los
adoradores de MAMOM ponen a todos
los pobres en la misma bolsa, y lo que es peor, excluyéndoles de la Salvación
en Jesucristo.
Son ellos los
que van a la política con la Biblia en manos, y se manifiestan pastores y
evangélicos en la política, llegando a ella ricos materialmente, o por el
mantenimiento de muchos otros ricos, o se hacen ricos allí, mirando con
desprecio al genuino pobre.
Pero la
aflicción no es propia de los pobres; es un “derecho humano” que le alcanza y
afecta a todos, pero si al momento de confesar que fuimos salvos no nos hemos
sentido afligidos, sino que estando de fiesta “de buena voluntad” decidimos
seguir a Jesús, con seguridad que nunca nacimos de nuevo. Hay que estar
desesperado, sin solución mismo, para poder afirmar que Cristo nos haya
salvado. Consecuentemente, no debiera haber ni un solo salvo que no haya
entrado a la salvación pobre.
Cuando el
texto dice “BUENAS NOTICIAS”, se
refiere al EVANGELIO. Jesús aquí en
Isaías y también en Lucas todavía no era El Evangelio sino un enviado a
predicarlo. Cuando dio su vida por todos, ahí él mismo se convirtió en la Buena
Noticia para el mundo.
Esta Buena
Noticia en singular, contiene las Buenas Noticias en plural, que son: 1)
Salvación a los afligidos; 2) Sanidad Interior; 3) Dignidad a los esclavizados
por los hombres [ricos, patrones, hombres sobre las mujeres, los abusadores
sexuales, los artistas por dinero y fama, los intelectuales y los militares, y
los líderes y jerarcas dictadores, entre otros]; Soltura de los presos [según
lamentaciones 3. 34-36, TODOS]. Hasta
el Judaísmo tenía ciudades de refugio para librar a los delincuentes de la
cárcel. Los que más desean cárcel a los otros, delante de Dios, son los peores
delincuentes [Mt. 7. 1-4], y; 4) La era del Espíritu, cuando vigora la voluntad
soberana de Dios.
La batalla de
los genuinos pobres no es contra los ricos, sino contra las imposibilidades,
las restricciones, las barreras, las leyes injustas, y la esclavitud. Pero Jesús
fue enviado a decirnos que solo por Él habrá justicia, porque los más poderosos
de entre los humanos caídos crearon y sostienen “con uñas y dientes” el mercado
de la aflicción, el mercado de la medicina, el mercado del trabajo y el mercado
de las cárceles, y a nosotros los salvos nos toca “no dejarnos esclavizar por
nuestros semejantes”, y libres, anunciar y vivir el Evangelio que no viven los “políticos
evangélicos”, ni mínimamente.
Tito Berry
TITO BERRY
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