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sábado, 26 de setembro de 2020

“Pobres, pero enriqueciendo a muchos”

 

2ª Cor. 6. 10

Es bueno que no nos sintamos pobres y miserables, sin soluciones y víctimas, pero que también no confiemos en las riquezas, porque son engañosas. Es bueno no apenas ver la injusticia social y luchar contra ella, sino también, y mucho más, saber dar de lo nuestro, y darnos a nosotros mismos.

Tomemos el caso de la Argentina, único país del mundo que tiene una tercera posición política fuerte, que no es filosóficamente beneficiadora de ricos, ni consolidadora de pobres. La presente reflexión pretende centrarse en Isaías 61. 1-3 y no en la política, pero siempre sería probable que los sectarios ya podrían estar saliendo o leyendo con mal gusto.

Que el Señor me libre de dedicarme a defender sectas políticas, y torcer Su Palabra, la Biblia. Pero como una de las sectas sólo defiende el Antiguo Testamento de donde nacen el legalismo, el moralismo, el sionismo, y la doctrina militar, y la otra sólo ve a Jesús pobre y a los pobres de la profecía del texto, pero no tienen al rico Dios que salva y da vida en abundancia, debemos interpretar correctamente el Evangelio, a fin de incluir a todos en la salvación.

“El espíritu de Dios el Señor está sobre mí. Sí, el Señor me ha ungido; me ha enviado a proclamar buenas noticias a los afligidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a anunciar libertad a los cautivos, y liberación a los prisioneros; a proclamar el año de la buena voluntad del Señor”.

Jesús lee y Lucas 4. 18-19 reproduce “pobres” en lugar de “afligidos”. Esta interpretación es muy importante, porque hace equivalente ambos conceptos. No se trata de cualquier clase de pobres sino de los afligidos, los preocupados y desesperados, que no encuentran soluciones después de buscarlas. Pero los adoradores de MAMOM ponen a todos los pobres en la misma bolsa, y lo que es peor, excluyéndoles de la Salvación en Jesucristo.

Son ellos los que van a la política con la Biblia en manos, y se manifiestan pastores y evangélicos en la política, llegando a ella ricos materialmente, o por el mantenimiento de muchos otros ricos, o se hacen ricos allí, mirando con desprecio al genuino pobre.

Pero la aflicción no es propia de los pobres; es un “derecho humano” que le alcanza y afecta a todos, pero si al momento de confesar que fuimos salvos no nos hemos sentido afligidos, sino que estando de fiesta “de buena voluntad” decidimos seguir a Jesús, con seguridad que nunca nacimos de nuevo. Hay que estar desesperado, sin solución mismo, para poder afirmar que Cristo nos haya salvado. Consecuentemente, no debiera haber ni un solo salvo que no haya entrado a la salvación pobre.

Cuando el texto dice “BUENAS NOTICIAS”, se refiere al EVANGELIO. Jesús aquí en Isaías y también en Lucas todavía no era El Evangelio sino un enviado a predicarlo. Cuando dio su vida por todos, ahí él mismo se convirtió en la Buena Noticia para el mundo.

Esta Buena Noticia en singular, contiene las Buenas Noticias en plural, que son: 1) Salvación a los afligidos; 2) Sanidad Interior; 3) Dignidad a los esclavizados por los hombres [ricos, patrones, hombres sobre las mujeres, los abusadores sexuales, los artistas por dinero y fama, los intelectuales y los militares, y los líderes y jerarcas dictadores, entre otros]; Soltura de los presos [según lamentaciones 3. 34-36, TODOS]. Hasta el Judaísmo tenía ciudades de refugio para librar a los delincuentes de la cárcel. Los que más desean cárcel a los otros, delante de Dios, son los peores delincuentes [Mt. 7. 1-4], y; 4) La era del Espíritu, cuando vigora la voluntad soberana de Dios.

La batalla de los genuinos pobres no es contra los ricos, sino contra las imposibilidades, las restricciones, las barreras, las leyes injustas, y la esclavitud. Pero Jesús fue enviado a decirnos que solo por Él habrá justicia, porque los más poderosos de entre los humanos caídos crearon y sostienen “con uñas y dientes” el mercado de la aflicción, el mercado de la medicina, el mercado del trabajo y el mercado de las cárceles, y a nosotros los salvos nos toca “no dejarnos esclavizar por nuestros semejantes”, y libres, anunciar y vivir el Evangelio que no viven los “políticos evangélicos”, ni mínimamente.

Tito Berry  

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