El Cristianismo que alberga la Iglesia hoy, es una mujer que solo merece huir al desierto, para vivir en cuarentena, porque hoy, cuando el Señor le da motivo para existir en libertad, no está produciendo “el Hijo Varón” que promete.
Todo lo profético en el Nuevo Testamento tiene más de una referencia. Por ejemplo: “El Diablo es echado del cielo” corresponde al período de juicio de Dios de antes de la Recreación de la tierra en Génesis 1 [Is. 14. 12-15. Ez. 28. 15-18], y también a cuando él fue juzgado por el Señor Jesús en la cruz [Jn. 12. 31; 16. 11], y finalmente, a cuando los santos vencedores ejecutan su derrota, ya en Apocalipsis 12. 9. Así también el Cristianismo. En Mateo 13 aparece como una de las partes de la harina [Jesús] hecha ya masa [en la cruz] dividida en tres. Luego, aquí en Apocalipsis 12 como una mujer que daba a luz al varón Vencedor Jesús, y finalmente en la ejecución del juicio divino por esas dos instancias, cuando ella huye al desierto y acontecerá el arrebatamiento del Hijo Varón aumentado, que es Cristo, pero ahora con todos los santos vencedores en él.
El Evangelio de Juan mucho enfatiza el creer en el Hijo, Jesús el Mesías, para ser salvos. En efecto, todos pueden creer en Él y todos los que en Él creen son salvos. Con todo, más adelante en el tiempo, pero ya referido por Mateo en el 16, por Marcos, por Lucas y también por Juan, para seguir a Jesús hay un costo, un sacrificio que implica llevar la propia cruz, y negar nuestro ego.
Todavía hay una tercera posición, que es la del que “ama más” entre los salvos y discípulos, cuya prueba en Juan 21 el Señor aplica a todos sus salvos y discípulos, puesto que Juan es un libro de señales que todo en él indica que Dios volverá a aplicar a todos los suyos, ramos de la Vid Verdadera, hasta el fin.
Nadie que aun siendo salvo, y además discípulo fiel, o tal vez pueda llamarse a sí mismo “discípulo amado”, que Dios tiene un plan único, exclusivo y especialísimo con él, y no con todos, puede arrogarse el título de PASTOR o Ministro de Cristo si no ama más que todos.
Al que cree en Jesús, los hombres le considerarán “hombre muerto”, que no sirve más para el mundo y su gloria [posición como influenciador y persona exitosa], su poder [posición jerárquica], su política [partidismo y defensa de filosofía o ideología], sus vanidades [buen pasar en la vida], su sustento [la vanidad de un salario o ganancia abundante como recibida por lo mundano: fuerza del propio brazo de carne; empleo, cargo, grado, título, reconocimiento social, etc]. El creyente, toda vez que se mueva en el mundo, tendrá “aflicción” [Jn. 16. 33], porque está en el mundo pero ya no es más del mundo.
Si se hace discípulo, Jesús aseguró que si le maltratan al Maestro, igual suerte le cabrá al discípulo. De ahí que el mismo Jesús refirió las palabras de Mateo 5. 10-12, usando la palabra “persecución” y no “aflicción”. Un hermano EN AFLICCIÓN se revela apenas creyente y no alcanzará jamás a entender a otro hermano discípulo verdadero a quien LE PERSIGUEN. Así como no siempre un hermano PERSEGUIDO comprenderá a otro que AMA MÁS.
Simplemente, deseo compartir esta revelación divina, y que cada uno de ustedes se examine a sí mismo. Yo no quiero ser un mero creyente, ni apenas un discípulo. Deseo ardientemente ser uno que ama más que los otros, y sé lo costoso que es llegar a este grado, y mantenerse en él sin negarle al Señor.
Policarpo habría dicho cuando le amenazaban matar si no renunciaba a Jesús: “He servido a mi Señor Jesucristo durante 86 años y nunca Él me ha causado daño alguno. ¿Cómo puedo negar a mi Rey, que hasta el momento me ha guardado de todo mal, y además me ha sido fiel en redimirme?”. El lugar de uno creyente, discípulo y pastor, es el del martirio. Cuando creyente, el mundo le odia. Cuando se hace discípulo fiel, es perseguido hasta por su propia familia, pero cuando ama más que todos, lo hacen mártir.
Ap. Tito Berry
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