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terça-feira, 12 de janeiro de 2021

Nuestro "Yo"

Alarma el amor a la mentira, muy a pesar de la ignorancia funcional

¿Por qué ciertas personas que parecen inteligentes y honestas, no consiguen desconstruir su mente saturada de engaños? Tendríamos suficientes razones para con los paganos, pero ¿no es acaso, curioso, cómo llamados siervos de Dios, predicadores de la Verdad, patinan como en el lodo, en un terreno de permanente circulación de mentiras y engaños malvados?

Creo que existen, como en un edificio, fundamentos y estructuras que determinan con qué material edificamos nuestras “convicciones”. Como fundamentos, el principal es el “yo” o ego humano, que haya atravesado desde el natural y necesario amor propio por el egoísmo, luego el orgullo; después la soberbia, para encerrarse como el tatú en una caparazón de petulancia.

El que no deja a los otros robar, está en el mismo grado de pecaminosidad que el que roba. Y si además de no dejar espacio para que otro robe, “acapara”, ya tendría una triple pecaminosidad. Y cuando además de robar, y no dejar que el otro tenga la misma oportunidad, y también de acaparar o acumular más de lo básico para vivir, se molesta con los demás, tal persona estaría entrando a un estado cuádruple de pecaminosidad llamado hipocresía, porque ahora estará en condiciones de juzgar y condenar al otro, no porque este sea lo que él no es, sino porque su adversario no le deja ser exclusivo.

La definición del “YO” en su raíz griega es, como ya registré aquí, el aumento exponencial y enfermizo del amor propio natural y necesario. Ni siquiera si tal persona le tratase a los demás como gustaría que le traten a ella, sería una persona sana, porque el crecimiento del amor propio hacia el extremo de la petulancia no es saludable, por tanto, en este caso no hay como fantasear con eso de “amar al otro como a sí mismo”. El argumento sólo le servirá al enfermo, y no al careciente de amor.

La regeneración cristiana, no es una simple doctrina. Es real. Acontece de veras. Pero es gradual, y nunca instantáneamente completa. Pero hay suficiente lógica para dudar de que una persona haya sido realmente regenerada, cuando le supera su “yo” a su nueva vida de cristiano. El Apóstol Juan sentencia como asesinato la falta de amor genuino hacia los demás humanos. Santiago, como siendo robo cuando se le niega al otro su debido salario y derecho a lo fundamental para vivir. Pablo como mentira cuando no hay sinceridad y honestidad en la vida del cristiano, y Pedro como envidiosos, ambiciosos, hipócritas y engañadores, quienes no aman la leche espiritual no adulterada. 

Tito Berry

 

 

 

 

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