Como nuestro cuerpo físico necesita dos riñones para funcionar bien, nuestro espíritu necesita de la Fe y las Obras. No las Obras que resultan de la Ley Mosaica, ni de cualquier otro motor como religiones, filosofías, ideologías, moralidad o esfuerzo y bondad humanos.
En realidad, la funcionalidad de cada lado, es la misma, pero a la falta de una, la otra sufre. Es saludable que ambos lados trabajen, y es enfermizo que trabaje un solo lado. En el trabajo [que implica esfuerzo] de ambos, en perfección y armonía, todo el cuerpo es beneficiado, pero en el trabajo de un solo lado, todo el cuerpo sufre. Aunque en la metáfora los riñones sean exactamente iguales, no son el mismo; están claramente separados, pero unidos. En otras palabras, son indivisibles, pero diferentes.
Toda unidad tiene ambos valores en sí misma: indivisibilidad y diferencia. La diferencia es el maquillaje de la Verdad, mientras que la indivisibilidad que es la Fe, es el rostro mismo de la Unidad por el Amor. Donde hay amor, hay unidad, y donde hay unidad, hay indivisibilidad. Por eso que la unidad cristiana está comparada con la Trinidad Divina en Juan 17, porque en ella, no se ven las diferencias. Hasta porque el maquillaje dice respecto del arreglo que una persona hace de su rostro, su visibilidad, pero la belleza no depende del maquillaje sino de la manera de percibir del otro. Para la persona que se maquilla, su maquillaje le deja linda, pero la otra persona puede que valorice como más linda la persona, sin maquillaje. En otras palabras, “mi verdad” puede importarle al otro, o no.
La Verdad se relaciona con las Obras. “La Fe sin Obras, es muerta”. El texto no dice “la Fe sin Obras no vive, o nunca existió”. ¡Sí, existió, solo que con el tiempo, al no producir nada propio, murió! La persona es salva solamente por la Fe, pero abruptamente, o gradualmente, se debe ver en ella algún cambio. Y para que eso se haga realidad, ella necesitará cambios de “verdades”, concepciones o convicciones, o sea, cambiar su maquillaje.
¿Por qué la doctrina de la justificación por la fe en Lutero es insuficiente? Fíjense que no digo “de Lutero” sino “en Lutero”. Habría dos posibles respuestas:
1. Porque no necesitaba maquillarse, o no era por ahí que él y los hermanos de la época, y el entonces Clero irían a cambiar y volver a las verdades perdidas; su salto fue innecesario y negativo para la salud de todo el Cuerpo. Fue como arrancarle un riñón sano;
2. Porque el enfermo era él, y no que la Iglesia de la época no haya estado enferma. Pero sí, que cuando Dios nos muestra un mal en el Cuerpo, uno no debe poner la mochila de los pecados que generan ese mal sobre los lomos de todo el Cuerpo. Dios está queriendo tratarle a uno, individualmente de manera prioritaria, y no a todo el Cuerpo, sino gradualmente. A veces la extirpación de un riñón enfermo, lleva al otro sano, a enfermarse rápidamente, o si estaba también enfermo, pero no al punto de ser extirpado, a debilitarse aún más.
Lutero tenía una lucha interior muy grande, frente a sus pecados, y la solución de las indulgencias que le ofrecía el Cuerpo le era insuficiente. En vez de mejorar su inmunidad, arrancó el riñón. Y no que yo diga que Lutero [y consecuentemente todos los protestantes] deban volver a la Iglesia de aquellos días, que ni “católica” era, mucho menos a ésta, sino, que se debe acudir a la Cabeza del Cuerpo, que comanda el mecanismo de restauración de la salud de todo el Cuerpo en su totalidad, sin necesidad de extirpación de órganos.
Algunos me dirán: “Sí, pero no fue Lutero que se separó, sino el Clero que lo expulsó”. ¡Imagínense! La Iglesia ya estaba en un grado avanzado de degradación, y Lutero, en vez de ayudarla por el camino del amor, quiso restaurarla por el camino de la Verdad, o sea, las Doctrinas, y entonces, la reacción del Clero no podía ser mejor.
TODAS las divisiones del Cuerpo de Cristo desde los días de la vida de los Doce, y marcadamente en cismas notables empezaron con movimientos internos que amenazaban su unidad, por cuestiones de DOCTRINAS. La herejía (casi sinónimo de heterodoxia) puede ser una ocasión de crear una nueva forma de ortodoxia. En el contexto del desarrollo de las heterodoxias de los siglos II y III, una heterodoxia se convertía en herejía a partir del momento de su condena por medio del concilio de Nicea, convocado por el impío Constantino y determinado por el Clero Romano. Luego, el considerado “Gran Cisma”, ocurrió en la separación de la Iglesia católica y las ortodoxas. Como Gran Cisma se conoce a la primera gran escisión ocurrida en el seno del cristianismo, que separó a las Iglesias de Occidente y Oriente en el año 1054, antes del Cisma de la Reforma de Lutero en 1500/1600. Todo basado en LA DOCTRINA, que es el Camino al Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal.
El Protestantismo de Lutero carga la mochila de alimentarse de ese Árbol, y de perpetuarse por él, y dividirse constantemente, siempre discutiendo DOCTRINAS, o sea, el maquillaje.
Esta es apenas una introducción introductoria de la Introducción, que tan solo puede invitarnos a volver al PRINCIPIO, la VIDA, el AMOR, lo que nos conducirá a la UNIDAD verdadera, dejando de lado las diferencias en el maquillaje de cada uno, o sea, las DOCTRINAS particulares, pues, sin querer, Constantino nos desvió de LA VIDA a la APARIENCIA, las obras, haciendo nuestra Fe muerta; y entonces el Cristianismo Protestante se volvió una Fe basada en Obras que dividen, y carece de amor, misericordia, perdón, paciencia, tolerancia, compasión y fraternidad.
Esta noche soñé con el pastor Enrique López, que me llevaba por una calle llamada Belén, diciéndome: Usted no se imagina, Pastor, cómo hay iglesias en esta calle; le voy a presentar sus pastores, y llegando a una casa simple, humilde, en una esquina, nos recibió el pastor, y antes de conversar, apuntó a unas ropas [mías que yo había regalado] y dijo a Enrique, pues, se conocían: ¿Usted conoce quién era el dueño de esa ropa? Apuntando a las ropas tendidas en el varal, recién lavadas. Que cada uno de ustedes interprete como le parezca. Yo quedé muy feliz con la explicación que me vino junto al sueño. ¿Cuál es nuestra apariencia, nuestro maquillaje? ¿Es apenas maquillaje, o transmite algo de vida prioritariamente?
Tito Berry
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